El desprecio que muestra la señora Presidente hacia aquellos que no la votamos y que expresamos nuestra disconformidad con las situaciones que afrontamos día a día, se ha extendido como epidemia  a sus más acérrimos seguidores y cualquier comentario  es como una mecha de reacción y lleva a menoscabar nuestras  opiniones tratándonos de “ignorantes”, inculparnos de un modelo erróneo o  agotado  por lo cual le causamos “indignación”, pretender ser escuchados sin tener un referente político por lo cual somos “cipayos”, “desestabilizantes” y atentamos contra “la institucionalización”

El odio vertido de la boca   de la presidente  y  funcionarios ( jefe de Gabinete, los ministros de Interior, Justicia) , legisladores (diputados,  senadores del FPV,  autoridades de las cámaras), se transmite en cadena, dispersa  y  replica como un mecanismo de retroalimentación, sin entender que:

 QUEREMOS  seguridad, cuando vamos a trabajar o en los momentos de ocio

 QUEREMOS  que aquellos que menos tienen no nos encasillen como sus verdugos porque no lo somos

 QUEREMOS  que no nos culpen de estar insertos en el mercado laboral porque lo logramos con esfuerzo

 QUEREMOS  que nuestros conciudadanos tengan trabajo y no planes

 QUEREMOS  que las escuelas se llenen de estudiantes y no de niños que vayan a comer o jóvenes con netbook  subsidiados con planes  antieducativos

 QUEREMOS  que las argentinas embarazadas sin importar su condición laboral reciban asignaciones prenatales, de nacimiento, guardería

QUEREMOS  una justicia independiente en todas sus instancias

QUEREMOS  que dejen de mentirnos, no somos ignorantes

Habría muchos más “queremos” pero TODAS Y TODOS los conocemos

NO  nos entienden, nos odian y dicen que somos nosotros los que odiamos porque son incapaces de darse cuenta que el caudal de votos del 54% que esgrimen como estandarte no los hace dueños de la Argentina ni de los argentinos

H.D.